Pasar unas vacaciones en algún rincón de Italia es todo un sueño, pero al ser un destino tan deseado, muchas veces nos podemos topar con aglomeraciones y lugares masificados que frustran nuestros planes de relax y desconexión. Sin embargo, todavía existen enclaves que escapan al turismo de masas y que nos brindan esa paz que buscamos. Ejemplo de ello es el lago de Iseo, el lugar perfecto para refrescarnos durante el verano y con muchos menos turistas que otros parajes como los lagos Como, Maggiore o Garda.
En el corazón de la región de Lombardía, justo entre las provincias de Bérgamo y Brescia, se abre paso el lago de Iseo a lo largo de 65 kilómetros cuadrados, un paraíso desconocido y bello a partes iguales. Aquí encontraremos desde pueblos con encanto hasta paisajes naturales de ensueño y, por supuesto, un sinfín de actividades al aire libre.
La población principal de esta zona es la que le da su nombre al lago. En la localidad de Iseo la vida trascurre tranquila, su entramado urbano aún conserva su antiguo trazado medieval y sus calles están repletas de elegantes tiendas y restaurantes. Entre sus lugares imprescindibles destacan la Piazza Garibaldi y los preciosos edificios que la rodean, el Palacio dei Grani y el Castillo de Oldofredi.
Pero este no es el único pueblo que salpica la costa del lago, ya que en sus orillas se alzan otras localidades como Predore, Lovere, Marone, Sulzano o Pisogne, cada una más bonita y colorida que la anterior. Además, el sistema de ferris del lago nos permitirá movernos entre ellas con facilidad.
Nos adentramos ahora al mismo corazón del lago, hasta el imponente Monte Isola, una masa de tierra perfectamente redondeada que sale de las aguas y se convierte en la isla lacustre más grande de todo el sur de Europa. Pequeñas aldeas en sus laderas y una iglesia en su cúspide, así se presenta la localidad, como un lugar mágico donde la paz y la tranquilidad serán nuestros únicos acompañantes.
Además, son muchas las actividades de naturaleza que se pueden hacer en este entorno tan especial. Desde rutas de senderismo o ciclismo, hasta escalada o barranquismo, incluso se puede practicar parapente o alta delta para disfrutar del paisaje desde las alturas. Pero sin duda, uno de los planes más idílicos es recorrer las aguas del lago a bordo de un barco, una canoa o una tabla de paddle surf o de windsurf.
El lago Iseo se encuentra muy bien conectado con la ciudad de Milán, con un trayecto de alrededor de una hora y 20 minutos en coche y un poco más si se va en tres desde la estación de Milano Centrale.
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