En los Juegos Olímpicos ocurren muchas historias más allá de las medallas. Una de las más surrealistas de la edición de invierno de Pekín 2022 ha sido la protagonizada por Julia Marino. La snowboarder estadounidense ganó la medalla de plata en la prueba de snowboard slopestyle, solamente superada por la kiwi Zoi Sadowski-Synnott, quien la superaría en su última ronda y conseguiría la primera medalla de oro de la historia para Nueva Zelanda.
El caso es que Julia Marino había participado en esta prueba con una tabla de snowboard que dio mucho de qué hablar. En lugar de ser de una marca de material técnico de snowboard (como Salomon o Burton, por ejemplo), era de Prada e iba brandeada como tal. Su precio, 3.600 dólares, también fue muy comentado en medios y redes.
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La polémica, pero, saltó tras retirarse de la final de Big Air, la segunda disciplina para la que estaba clasificada. La propia snowboarder lo explicaba así en su perfil de Instagram:
"La noche antes de la competición de big air, el COI me dijo que no aprobaba el uso de mi tabla a pesar de que lo habían hecho en slopestyle. Me dijeron que me descalificarían si no cubría el logo y me obligaron literalmente a pintar la base de mi tabla con rotulador. Para los que no entiendan del tema, la base de la tabla es muy importante para la velocidad y no debería tener nada más que cera, por lo que el permanente se lo carga todo [...] Igualmente, probé el salto para ver cómo estaba mi coxis tras la caída del otro día en los entrenos. Vi que no tenía la velocidad que necesitaba, que no podía arreglarlo y que esta distracción me estaba agotando física y mentalmente. Estaba muy motivada por mi resultado en slopestyle, pero decidí no arriesgar y poner en peligro mi salud, a pesar de que no parezca que el COI tenga las mismas prioridades".
Para aquellas personas que no lo sepan, cabe recordar que el COI solamente permite a los participantes de los Juegos Olímpicos mostrar marcas deportivas. Las define como "aquellas cuya identificación principal es con el negocio de fabricación, suministro, distribución y venta de artículos deportivos". Y Prada no lo es. Aunque resulta cuanto menos curioso que pasara por alto en la disciplina de slopestyle y no en la de big air. Claro que después de ver cómo no participaban las 30 riders previstas o que la francesa Lucile Lefevre saltaba lesionada con un disfraz de tigre mientras la primera reserva para el evento, la española Maria Hidalgo, se quedaba en casa... todo es menos sorprendente.
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